La historia de la construcción en Chile se remonta a siglos atrás, con influencias que abarcan desde las culturas indígenas hasta las técnicas europeas introducidas durante la colonización española. Durante el período colonial, la construcción en Chile se centró en la edificación de iglesias, conventos y casas coloniales, utilizando materiales locales como la piedra y la madera.

En el siglo XIX, con la independencia de Chile, se produjo un rápido crecimiento urbano y un aumento en la construcción de infraestructuras. La construcción de caminos, puentes y edificios gubernamentales se convirtió en una prioridad, y se comenzaron a utilizar técnicas y materiales más avanzados importados de Europa.

A principios del siglo XX, se produjo un importante desarrollo en la construcción de viviendas, especialmente en Santiago y otras ciudades principales. Surgieron nuevos estilos arquitectónicos, como el neoclásico y el art deco, que dejaron su huella en la arquitectura chilena.

Durante el gobierno de Salvador Allende en la década de 1970, se promovió una política de construcción de viviendas sociales masivas, conocidas como «la construcción de los mil días». Estas iniciativas buscaron abordar el déficit habitacional en el país y proporcionar viviendas asequibles para la población de bajos ingresos.

En la década de 1980, Chile experimentó un importante cambio económico y político con la llegada de la democracia y la apertura al libre mercado. Esto condujo a un aumento en la inversión en infraestructuras y proyectos de construcción a gran escala. Se construyeron autopistas, centros comerciales, edificios de oficinas y viviendas de lujo, impulsando el crecimiento y modernización del sector.

En las últimas décadas, la construcción en Chile ha estado marcada por el enfoque en la sostenibilidad y la eficiencia energética. Se han implementado normativas y estándares para promover la construcción sustentable y el uso de energías renovables.

Hoy en día, la construcción en Chile es un sector dinámico y en constante evolución. Se utilizan tecnologías avanzadas, como el Building Information Modeling (BIM) y la prefabricación, para mejorar la eficiencia y la calidad de los proyectos. Además, se está trabajando en el desarrollo de infraestructuras resilientes y en la incorporación de energías renovables en la construcción.